Vietnam (IV): ¡Viva Da Nang!

Sí, no me he podido resistir y he usado esa línea de Robin Williams (en la versión en español de Good Morning Vietnam) como título. Pero es que la ocasión lo merece.

Como Anya trabajaba hasta las tres de la tarde, Rod y yo decidimos ir a ver algunas cosas en Da Nang (aunque ellos habían estado allí antes). Nos equipamos bien, y salimos en nuestras scooters como buenos vietnamitas que no tienen miedo del tráfico hacia la gran ciudad. El paseo, unos 30-45 minutos, se nos hizo bastante corto por dos motivos principalmente: el primero, que uno cuando conduce por estos lares tiene que estar atentísimo al tráfico para evitar pegársela; el segundo, todo te parece tan extravagante que no te aburres por el camino. Eso si, hay que mantener un balance entre el paisaje y el tráfico para evitar sustos.

Nuestro objetivo era llegar a Lady Buda, una estatua enorme que se ve desde las playas del norte de Hoi An, y un complejo de templos en unas colinas al noreste de Da Nang. Pero antes hicimos una pausa dentro de la ciudad para ver el famoso puente del dragón de Da Nang. Para ser honestos, diré que Da Nang no me gusta. Tiene todos los aspectos negativos de una gran ciudad: polución, sobrepoblación, suciedad, falta de coherencia arquitectónica… Y solo uno positivo que pueda pensar ahora mismo: acceso a centros comerciales grandes.

De allí nos fuimos a la zona de la costa, vacía (no entiendo por qué), donde tomamos algunas fotos de los barcos y de las barcas de “coco” también muy típicas de aquí. Así como de un templo que se encontraba en esta zona “final” de la ciudad, antes de la carretera que va hacia las colinas de Lady Buda.

Tras una subida por las colinas muy entretenida, llegamos a nuestro objetivo. El tamaño de las estatuas, los bonsáis y los templos solo es comparable con el calor que hacía (esta va a ser la frase del verano). Aquí sí que vimos muchos más turistas, pero nunca tantos como para impedirnos disfrutar de los monumentos en paz y sin aglomeraciones. Las vistas de la ciudad desde aquí también nos dejaron encantados, pero lo que nos iba a sorprender de verdad sería el templo principal del complejo, al que tuvimos que pasar con unas “faldas” que nos hicieron vestir para taparnos las piernas (íbamos en bañador los dos).

Por la tarde, hice un poco de exploración por mi cuenta de la ciudad, lo cual es difícil, ya que la ciudad es un laberinto de calles parecidas, y tomé algunas fotos más del centro, aunque bueno, nos siguen quedando muchas cosas por ver de Hoi An, que iré mostrando durante los próximos días. Me sigue asombrando la conducción en este país, es un caos que no termina en accidente o peleas, como si todos se pusieran de acuerdo para respetarse mientras todos se saltan las normas viales a una…

Ah, y qué calor hace…

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